Iba caminando por la calle cuando la vi. Por Dios, que piernas, que culito, que perfil, estoy seguro que si el arrecho de Genaro estaba conmigo ya me hubiese dicho: “puta mujer, yo esa huevona la destrozo…riquísimo”.
Sin pensarlo crucé la calle y la abordé. En una me hice el gil y le dije que yo la conocía pero no sabía bien de donde. Ella me miró medio asustada y me dijo que tal vez me equivocaba, yo ni cagando me iba a quedar y le dije que tal vez no la conocía pero que me gustaría conocerla. Me observó detenidamente, tal vez cruzó por su cabeza que no sería mala idea pero desistió y puso como excusa que estaba apurada y que iba a llegar tarde a su chamba. Puta madre, pensé, esta huevona me quiere descolar. Pero ni cagando me iba a quedar así, esas piernas tenían que ser mías.
“Chupa p’ mierda”, de regreso a la realidad el cabro de Genaro me pasaba la botella de chela que estábamos tomando en la esquina de siempre, mientras mirábamos a la flaca más rica que puedas imaginar pasando con unas piernas, un culito y un perfil de los más buenos. Miré a Genaro, y antes de que me diga su frase de mierda tomé la chela lo antes posible para seguir imaginando que esas piernas tenían que ser mías.
Sin pensarlo crucé la calle y la abordé. En una me hice el gil y le dije que yo la conocía pero no sabía bien de donde. Ella me miró medio asustada y me dijo que tal vez me equivocaba, yo ni cagando me iba a quedar y le dije que tal vez no la conocía pero que me gustaría conocerla. Me observó detenidamente, tal vez cruzó por su cabeza que no sería mala idea pero desistió y puso como excusa que estaba apurada y que iba a llegar tarde a su chamba. Puta madre, pensé, esta huevona me quiere descolar. Pero ni cagando me iba a quedar así, esas piernas tenían que ser mías.
“Chupa p’ mierda”, de regreso a la realidad el cabro de Genaro me pasaba la botella de chela que estábamos tomando en la esquina de siempre, mientras mirábamos a la flaca más rica que puedas imaginar pasando con unas piernas, un culito y un perfil de los más buenos. Miré a Genaro, y antes de que me diga su frase de mierda tomé la chela lo antes posible para seguir imaginando que esas piernas tenían que ser mías.
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