Que puede tener de feliz un día de lo más normal para mí. Aunque pensándolo bien no es un día tan normal, es un día muy especial para que yo me sienta mal.
Nunca quiero que llegue el 31 de diciembre porque al hacer un recuento de lo que hice en el año me doy cuenta de que sigo siendo el mismo pobre huevón de siempre que nunca tuvo un logro significativo. Odio el año nuevo porque a las 12 de la noche cuando están reventando los cohetones por toda la ciudad y todos los que están conmigo en ese momento buscan a sus enamoradas yo me siento más solo que nunca. Odio el año nuevo porque no le encuentro sentido que contaminen el medio ambiente quemando un muñeco de mierda para borrar lo viejo del año que pasa y empezar de nuevo. Odio el año nuevo porque si bien no creo en las cábalas envidio a los que comen 12 uvas debajo de la mesa, a los que guardan lentejas en su bolsillo para tener dinero todo el año, y a los que dan una vuelta alrededor de su cuadra con una maleta para que puedan viajar. Odio el año nuevo porque la gente cree que de un día para otro su vida va a cambiar para bien y que el año que viene va a ser mucho mejor que el anterior. Odio el año nuevo porque todos se preparan para celebrar un día especial y yo no siento ningún cambio (vamos Dios aunque sea sólo ese día cambia el cielo de color). Odio el año nuevo porque después de haber tomado salgo a caminar por las calles y encuentro la misma pobreza y la misma soledad que siempre me rodea. Pero sobre todo odio el año nuevo porque el 1º de enero siempre necesito hacer algo que me pueda hacer sentir bien, para creer que este año por fin la podré hacer…así como este estúpido post.
Nunca quiero que llegue el 31 de diciembre porque al hacer un recuento de lo que hice en el año me doy cuenta de que sigo siendo el mismo pobre huevón de siempre que nunca tuvo un logro significativo. Odio el año nuevo porque a las 12 de la noche cuando están reventando los cohetones por toda la ciudad y todos los que están conmigo en ese momento buscan a sus enamoradas yo me siento más solo que nunca. Odio el año nuevo porque no le encuentro sentido que contaminen el medio ambiente quemando un muñeco de mierda para borrar lo viejo del año que pasa y empezar de nuevo. Odio el año nuevo porque si bien no creo en las cábalas envidio a los que comen 12 uvas debajo de la mesa, a los que guardan lentejas en su bolsillo para tener dinero todo el año, y a los que dan una vuelta alrededor de su cuadra con una maleta para que puedan viajar. Odio el año nuevo porque la gente cree que de un día para otro su vida va a cambiar para bien y que el año que viene va a ser mucho mejor que el anterior. Odio el año nuevo porque todos se preparan para celebrar un día especial y yo no siento ningún cambio (vamos Dios aunque sea sólo ese día cambia el cielo de color). Odio el año nuevo porque después de haber tomado salgo a caminar por las calles y encuentro la misma pobreza y la misma soledad que siempre me rodea. Pero sobre todo odio el año nuevo porque el 1º de enero siempre necesito hacer algo que me pueda hacer sentir bien, para creer que este año por fin la podré hacer…así como este estúpido post.
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