Abril es el mes que más me gustaba cuándo chico. En realidad, me fascinaba este mes. Mi cumple y los regalos, también empezar las clases y estar con el Alejo, el colo, y el loco pensando sólo en jugar, hacían de este mes algo realmente mágico.
Pero ahora que llevo en mi frente, pero no sé si en mi vida, la marca de los 26 años, este inicio de abril ha sido digno de borrarse de mi calendario de sueños y frustraciones. Aquí una pequeña lista de los sucesos que me pasaron en una semana, y me arrastraron hasta mi cuarto con la única finalidad de levantarme a las 3 de la mañana para hacerme pensar, y algunas veces botar unas cuantas lágrimas sabor a frustración que de vez en cuando suelo reciclar en la oscuridad de la soledad.
Puesto 5: Tomar conciencia que 26 me acerca cada vez más a 30.
ABRIL de 1988 o 1989:
- ¿De quién es cumple mañana? Que emoción al escuchar esta pregunta. A mis 6 o 7 años sumado al ¿Qué quieres que te regale? hacían de mí el gordito más feliz del mundo, al menos por un día.
ABRIL del 2008:
- ¿De quién es cumple mañana?
- De quién chucha será, pero ojala mío no sea, si yo con 25 ya estoy lo suficientemente deprimido como para darme cuenta de que no la estoy haciendo.
- ¿Qué quieres que te regale?
- Haber, déjame pensar. Regálame un par de parches para mi pantalón negro, ese que tanto te jode que use, ese pantalón tan viejo y descuidado (un poco como yo) para ver si de una vez parcho todo lo que nos jode y puedo hacerla de una vez.
Puesto 4: Reconocimientos con un poquito de sabor a nada
De qué sirve que reconozcan públicamente que soy uno de los más chancones de la facultad, si siento que no estoy haciendo lo que quiero, si siento que cada vez me alejo más y más de tocar una cámara, si siento que quiero romper ese “trofeo”, que me presiona un poco, cada vez que lo veo.
Puesto 3: Terminar el “festejo” en el baño.
Es casi una tradición que un cumpleañero que quiera festejar un año más o, que simplemente se quiera autodestruir (al menos ese día) termine vomitando abrazado al baño y balbuceando “que mis amigos no se vayan”, “que compramos más pisco”, “que quédense un rato más carajo”, “que no me van a dejar solo y triste y borracho”. Al final se van, y yo no puedo más, casi ni siquiera caminar…como me jode no estar totalmente inconciente ese puto día y despertarme el 3 para no escuchar el feliz cumpleaños de la poca gente que se acordó de mí.
Puesto 2: La llamada del día siguiente.
-¿Aló?
- Hola mi cholo, ¿Cómo estás?
- Aquí tranqui, y tú.
- Puta madre, feliz cumple aunque tarde. Yo pensaba que tu cumple era mañana todavía.
- Ya cholito, no hay problema…
Puta madre Negro, mejor no me hubieses llamado y hubieses hecho como yo que no le tomo importancia al asunto, no lo hubieses hecho tan trascendental, porque al final es un día cualquiera. Pero lo que me jode realmente es saber que cada día nos alejamos ambos un poco más.
Puesto 1: 6 años no se reflejan en un cartón
Para terminar la semana recibí algo que nunca me imaginaba recibir: el bachillerato como Ingeniero. Después de haberlo recibido y esperando para juramentar que iba a llevar en alto el nombre de la U, pensaba en romper ese cartón que no tenía ningún significado para mí. Un par de lágrimas rodaron por mi cara mientras decía: ¡Sí, juro!
Pero ahora que llevo en mi frente, pero no sé si en mi vida, la marca de los 26 años, este inicio de abril ha sido digno de borrarse de mi calendario de sueños y frustraciones. Aquí una pequeña lista de los sucesos que me pasaron en una semana, y me arrastraron hasta mi cuarto con la única finalidad de levantarme a las 3 de la mañana para hacerme pensar, y algunas veces botar unas cuantas lágrimas sabor a frustración que de vez en cuando suelo reciclar en la oscuridad de la soledad.
Puesto 5: Tomar conciencia que 26 me acerca cada vez más a 30.
ABRIL de 1988 o 1989:
- ¿De quién es cumple mañana? Que emoción al escuchar esta pregunta. A mis 6 o 7 años sumado al ¿Qué quieres que te regale? hacían de mí el gordito más feliz del mundo, al menos por un día.
ABRIL del 2008:
- ¿De quién es cumple mañana?
- De quién chucha será, pero ojala mío no sea, si yo con 25 ya estoy lo suficientemente deprimido como para darme cuenta de que no la estoy haciendo.
- ¿Qué quieres que te regale?
- Haber, déjame pensar. Regálame un par de parches para mi pantalón negro, ese que tanto te jode que use, ese pantalón tan viejo y descuidado (un poco como yo) para ver si de una vez parcho todo lo que nos jode y puedo hacerla de una vez.
Puesto 4: Reconocimientos con un poquito de sabor a nada
De qué sirve que reconozcan públicamente que soy uno de los más chancones de la facultad, si siento que no estoy haciendo lo que quiero, si siento que cada vez me alejo más y más de tocar una cámara, si siento que quiero romper ese “trofeo”, que me presiona un poco, cada vez que lo veo.
Puesto 3: Terminar el “festejo” en el baño.
Es casi una tradición que un cumpleañero que quiera festejar un año más o, que simplemente se quiera autodestruir (al menos ese día) termine vomitando abrazado al baño y balbuceando “que mis amigos no se vayan”, “que compramos más pisco”, “que quédense un rato más carajo”, “que no me van a dejar solo y triste y borracho”. Al final se van, y yo no puedo más, casi ni siquiera caminar…como me jode no estar totalmente inconciente ese puto día y despertarme el 3 para no escuchar el feliz cumpleaños de la poca gente que se acordó de mí.
Puesto 2: La llamada del día siguiente.
-¿Aló?
- Hola mi cholo, ¿Cómo estás?
- Aquí tranqui, y tú.
- Puta madre, feliz cumple aunque tarde. Yo pensaba que tu cumple era mañana todavía.
- Ya cholito, no hay problema…
Puta madre Negro, mejor no me hubieses llamado y hubieses hecho como yo que no le tomo importancia al asunto, no lo hubieses hecho tan trascendental, porque al final es un día cualquiera. Pero lo que me jode realmente es saber que cada día nos alejamos ambos un poco más.
Puesto 1: 6 años no se reflejan en un cartón
Para terminar la semana recibí algo que nunca me imaginaba recibir: el bachillerato como Ingeniero. Después de haberlo recibido y esperando para juramentar que iba a llevar en alto el nombre de la U, pensaba en romper ese cartón que no tenía ningún significado para mí. Un par de lágrimas rodaron por mi cara mientras decía: ¡Sí, juro!
1 comentario:
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