Los amaneceres lluviosos, las tardes solitarias, las frías noches, "basurinha", los lanchonetes y el frejol nuestro de cada día, la tía que cuenta las horas esperando que llegue la noche y pueda tomarse unas "brejas", el boxeador -Murilo, según yo - que anda buscando alguna moneda por las sucias calles del barrio, la casa de los gatos con miedo, el fumón de la esquina al que más de una vez le pedí con la mirada hacernos amigos, la vieja loca que todas las mañanas religiosamente le gritaba a su perro, el pobre perro que nunca entenderá a la vieja loca, Texeira y la gente del "princezinha de mooca", la casa sin puerta, los viejos que no tienen nada que hacer y desde las 7 de la mañana buscan algo en que ocupar su tiempo, la vecina "gritona" a la que nunca le vimos la cara, el supermercado que los viernes a las dos de la tarde tomaba un extraño ambiente de fiesta, la familia que siempre me saludó con una sonrisa a pesar de que en la juguería no había mucha gente, el "pelao" que nunca entendió que hay más paises donde se habla español y no se llaman Chile, las cervezas mirando el fútbol, la inmensidad de SP a través del puente de todos los días...
A fin de cuentas te acostumbras a un lugar y asumes que perteneces a él.
Supongo que ya es tiempo de volver... porque hoy al dar mis últimos pasos por las viejas calles de Mooca, sentí que voy a echar muy de menos ese lugar.
1 comentario:
yo siempre siento que no pertenezco a ningun sitio... fuck.
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