ESCALERA

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Tanto pedir y tanto pedir…al final fue lo mejor. Ocho meses peleando por defender lo indefendible.

Somos tan buenos para inventar historias, somos tan buenos para fingir felicidad, pero somos tan malos para enfrentar la verdad…esa verdad que siempre ocultaste y tal vez sigas ocultando. Ahora entiendo porque vivir engañado es lo más cercano a la felicidad.

SOLEDAD

Los bares de moda siempre nos gustaron para que nos puedan ver los demás, tal vez así conocíamos a algún tipo interesante que nos invite un trago, no pedíamos demasiado pero con un poco de suerte tal vez una buena conversación, pero sabíamos que en esos lugares era muy poco probable encontrar algo así.
Un día me cansé de la juerga, pero sobre todo me cansé de la soledad, esa soledad de mierda que hace extrañar un abrazo, esa soledad que no es compatible con un te quiero. Creo que ya me había acostumbrado a andar por el mundo buscando sólo superficialidad, mi alter ego era tan superficial (por fin hoy entendí esa palabra) que ya no hacía nada por cambiar, pero con el sueño de anoche decidí ir a buscarlo.
Conversamos como si nunca nada hubiese pasado entre nosotros, me enteré que la noche anterior él también me había soñado. Lo encontré cambiado, estaba más realista, le dije que parecía que tenía los pies pisando por fin tierra firme. Su burbuja había estallado, la burbuja a la que un día me quiso meter, pero yo no acepté. Me dijo que un tiempo me quiso sacar de la soledad, pero que hoy ya no, quise escuchar de su voz que me diga que todo volvía a ser como antes. Quedamos en que me iba a llamar hoy, pero ambos sabíamos que no lo iba a hacer. Yo no tengo su número, tal vez todo sea mejor así…y así como él los dos estemos condenados a la soledad.

FELIZ DOMINGO

Mientras el inefable cura ofrece esperanza en la detestable misa de seis,
y la gente triste arrastra sus cada vez más lejanos pasos por las desoladas calles,
y veo llorar por primera vez a la gorda sin saber que hacer,
y el cielo vomita toda su rabia ante esta gris ciudad,
y me da miedo la ignorancia de los demás que en parte también es mía,
y tomo conciencia de lo tristes que son las despedidas.

Hoy los carros no tocan las bocinas como ayer,
hoy no hay prisa en la ciudad,
hoy sólo esperamos que caiga la noche para que llegue el mañana…
y yo en este triste domingo sigo muriendo lentamente.